Chau.

Estaba acomodando unas cosas mientras juntaba otras y fue ahí cuando me di cuenta de que ya no estabas más. En realidad, si, estás, con tu vida y tus cosas, pero ya no estás más acá. Esto sería como la despedida indicada, la que nos faltó esa vez que nos enojamos y simplemente no hablamos más. Pero después retomamos porque nos faltaba completar la parte final que de seguro era esto. 

En realidad esta no es la despedida, la despedida fue hace varios días. Lo supe en el momento, quizás vos también, después por ahí te generó algo de culpa, andá a saber y quisiste retomar, o quizás te faltaba algo o extrañabas algo. No sé, nunca tuve muy en claro que te pasaba a vos, pero era tan distinto todo, tan distinto que ni siquiera podíamos engañarnos a nosotros mismos. 

Recuerdo que estaba de viaje aquel día, o noche, mejor dicho, porque en realidad era de madrugada. Y fue ahí cuando lo supe, supe que todo se había terminado, incluso fue más evidente cuando ni siquiera tenía algo para decirte, ni bueno, ni malo, ni siquiera un reproche, nada. 

Quise escribirte, y lo hice, pero no creo que algún día vayas a poder leer eso, no tenía sentido en ese momento, hoy, después de tanto tiempo tiene mucho menos. 

Después apareciste de nuevo, como si nada, y estuvo bueno. Pero ya había corrido demasiada agua bajo el puente y se había llevado casi todo, o todo. 

Lo bueno es que quedó todo bien, dónde debió quedar siempre, desde un principio (o al menos es lo que creo). 

Y ahora me voy, porque tengo que seguir acomodando cosas, mientras trato de encontrar espacio para las cosas que se lo merecen y descartar lo que ya no sirve. 

Chau, hasta siempre. 
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