Te escribo ahora y no antes y sin sentido aparente, ya que nada me recuerda a vos, ya no sos un recuerdo, ni siquiera te pienso o te sueño, creo que me olvidé por completo, pero viste como son las casualidades, las mismas que esa vez nos cruzaron en tantas palabras, otra vez tienen que ver con esto, y esta vez es para que yo encuentre esa carta, la relea y sienta que te debo una nueva respuesta, respuesta que no creo que requieras, pero algo me empuja a responderte.
Vuelvo a ver todos los errores gramaticales, como aquella vez, y otra vez vuelven a no importarme. Es que esa carta era la adecuada, la perfecta, la necesaria para ese día para ese momento, para que todas las cosas se acomodaran solas. Hoy, ya muchísimos años después cada palabra que leo me vuelve a ese día, donde quizás todo fue perfecto, pero ni así me di la chance de disfrutar, de ahí nacen mis ganas de disculparme, porque se que vos si lo disfrutaste, y más disfrutaste aquella exacta y temporal respuesta, que nada tiene que ver con esta.