(Como si el tiempo –o lo que queda de él– tuviera tu nombre).
Bajé y ahí estabas, pero quizás nunca bajaste, y quizás yo tampoco estaba ahí, sosteniendo un aire que olía a tu nombre. Todo a mi alrededor era ruido y tiempo quebrado, y vos flotabas entre eso, impoluta, intocable, majestuosa como si hubieras nacido de ecos que no existen, de momentos que no viví, de un mundo que se doblaba solo para dejarte pasar.
Recuerdo el brillo fugaz de tus ojos, y también recuerdo que aún no nos habíamos visto. Cada gesto tuyo se multiplicaba en mis pensamientos: inclinabas la cabeza, reías, respirabas, y yo lo registraba todo como un ladrón torpe que roba luz. Y después, en otro instante, ese instante ya había pasado y yo ya estaba imaginando tu risa en otro lugar, en otro tiempo.
Cierro los ojos y aparecés de nuevo, intacta, perfecta, pero distinta: más cercana, más imposible, más real. Todo se confunde: cafés que saben a infancia y a nostalgia, manos que se rozan y no se rozan, silencios que hablan y hablan demasiado. Me pierdo en vos, me busco en vos, y cada vez que creo alcanzarte, me doy cuenta de que te invento otra vez.
El mundo entero se estira, se fragmenta. Saltamos de un recuerdo que no fue a un futuro que ya pasó, y yo me dejo arrastrar. Vos estás ahí, en cada sombra, en cada curva de la calle que no existe, en cada risa que se cuela sin permiso. Y yo, deshilachado, roto, torpe, intento seguirte como quien persigue un reflejo en el agua, sabiendo que no puedo, y aun así siento acercarme.
A veces pienso que todo es lineal: los gestos que no dimos, las palabras que no dijimos, los abrazos que soñé mientras dormía y los que todavía no existen. Todo se confunde, y yo me pierdo, y a la vez me encuentro en vos, que aparecés donde y cuando no deberías.
No hay certezas, no hay principio ni final. Solo el vértigo de imaginar que todo podría pasar y, mientras lo imagino, ya está pasando: vos, yo, y un espacio infinito donde intento memorizar la forma en que tu risa atraviesa el tiempo y me hace tuyo sin tocarme. Y mientras cierro los ojos, todo se enreda más y más, y yo sonrío, porque aunque imposible, es perfecto, y no quiero que termine nunca.